Confesiones
Anoche seguí de largo. Quiero decir que no me acosté. Quiero decir que Fede tocó el timbre a las 2.30 de la madrugada y me saludó con un hola Ganesha y una caja de Havannets. Quiero decir que pasamos música, bajó el tema de Sophie Bextor para mí, tomamos café y fumamos felipes. Quiero decir que hablamos de la vida, sexo, chicas, sexo, trabajo, sexo, amor, sexo, desamor, sexo, dolor. Quiero decir que lloró un rato al escuchar Un pacto para vivir. Quiero decir que fui una boluda al no darme cuenta. Quiero decir que lo acaricié largamente. Quiero decir que decidimos no dormir, lavarnos la cara y salir a desayunar por ahí.
Creo que alguien vendrá y asaltará mi puerta por la madrugada. Seguro hay un cómplice. Ya sé quien es. Escuché cuchicheos telefónicos este mediodía. Y si no me equivoco, no andaré mucho por aquí en los próximos dos días.
Sooooorrrrrrpreeeeeeesaaaaaaaaaaaaa
Sooooorrrrrrpreeeeeeesaaaaaaaaaaaaa
Sooooorrrrrrpreeeeeeesaaaaaaaaaaaaa
Es un buen mantra.
Definitivamente.
La gente debería aprender a sorprender. Hacer un curso, algo. Conozco a una sola persona capaz de las sorpresas más locas. ¿Alguna vez llegaron a su casa con las compras del supermercado, y fueron recibidos por un ángel desnudo
saltando de un árbol
y con un elocuente cartelito colgando de sus caderas?
Yo sí.
Después de eso, todo volvió a sorprenderme.